mi gran pasion

Cuando somos pequeños encontramos nuestra mayor pasión, solo que a veces ni nosotros mismos nos damos cuenta. Yo pasé por un conjunto de pasiones de las que me siguen importando y es lo que yo veo tan natural que para mí es la vida así. No puedo verlo, no me centré en la ayuda, ayudar en lo que a los demás le importa sin imponer mis propios valores, aunque hay uno que siempre llevo conmigo, la bondad. Siempre intento propagarla en todas sus formas y métodos para que no la contradigan. Por ejemplo, me topé con gente muy variada, las que les gustan las situaciones distendidas basándose en el reír, otros prefieren una buena conversación o incluso otros tener una interacción amorosa. Los hay que les apasiona el conocimiento, los que quieren hacer felices a los demás, los que quieren ayudar o los que les apasiona aprender o incluso los que son adictos a ganar en todo sin importar el que. Todo esto se representa en nuestros actos, pues lo tenemos en cuenta inconscientemente cuando tomamos decisiones, porque somos así. Y sí, puedes hacer cosas más allá de lo que te apasiona, pero lo mejor es que sea con un fin, mejorar en la vida, algo que todos queremos. El problema es que a veces nos dejamos influir por los demás y perdemos de vista nuestras metas. Por ejemplo, cuando nos dicen que tenemos que casarnos y tener hijos y aún no encontraste esa persona especial, porque es una obligación social casarse o tener trabajo, incluso conducir. A mí me apasiona la información, la interacción social, salvo cuando hay malos rollos, así que de pequeña me especialicé en solucionar problemas sociales, aunque hay tantos que lo que marcó mis conocimientos fueron las personas que me rodearon. Y lo que más había eran problemas de malinterpretación del lenguaje, también de intenciones y todo aquello que tiene que ver con la comunicación. Obviamente tengo mis limitaciones, pues solo sé lo que llega a mi vida y hay que saber indagar para llegar al problema principal y no sé ganarme la confianza de las personas, al menos a propósito. Por eso cuando me analicé para saber qué estudiar, llegué a la conclusión de que quería ser psicóloga. Pero mi inconsciente lo rechazó creando un cuadro de ansiedad o un brote psicótico y teniendo que dejar mis estudios. Entonces, como mi facilidad son las comunicaciones, me centré en la escritura, en especial la poesía, porque me gusta apreciar lo bello de la vida. Y quiero pensar que ayudo a alguien con mis escritos, aunque sea a mí, pero mi día a día no acaba con la escritura. Apoyo a muchos conocidos con problemas que aparentemente no tiene solución. Problemas mucho más grandes de los que me encontraba de pequeña. Y sigo aprendiendo que hay muchas formas de ser y la ayuda debe ser personalizada o no ayudar a nadie. Sabes que muchas personas malas no son conscientes de que lo están siendo. Simplemente han basado sus decisiones en un razonamiento equivocado. Por ejemplo, una persona que basa sus pensamientos en que las personas pertenecen a otras acabarán por hacer daño a otros y a sí misma. Lo correcto es pensar que las personas son libres y si están ahí para ti, no es que sea tuyo, sino porque te quiere. ¿Le importas o le interesas? Es un ejemplo de algo que nos inculca más la sociedad y lo que hay que hacer es reprogramar nuestra mente. Poco a poco, al hacer menos daño, recibimos menos daño y somos más felices. Conozco por internet una chica que tiene muchísimos problemas de comunicación con sus familiares, pero no me cuenta, tan solo me cuenta lo que a ella le provoca. Por lo tanto, se cierra a mis consejos porque no los puedo personalizar. Esto me crea impotencia y a ella mucha incomprensión. Nunca aprendí a decir lo que los demás quieren oír porque pensé que era mejor solucionar o ayudar a solucionar el problema que complacerlos momentáneamente. Pero, ¿y si me estoy equivocando y debo aprender? Pues no puedo ayudar a todo el mundo, me falta información para ello. También conocí personas que se negaban a recibir ayuda, es decir, me confiaban en su problema y cuando les daba posibles soluciones hacía lo contrario por puro orgullo. Y lejos de molestarme, aprendí que hay personas muy diferentes en el mundo. Me encanta la diversidad, cabe decir que acababan solucionando solos el problema a su manera. Así que supongo que estoy limitada a ayudar a un tipo de personas que no sé que tienen en común. Debo recordar que ayudar a alguien a solucionar un problema no es hacerlo por dicha persona, así que el mérito de resolver el problema siempre va a ser del que se vio envuelto en el problema. Y esta sería en realidad mi pasión o mi normalidad, pasar por el mundo dejando mi granito de arena y que este sea a poder ser siempre para mejor.

Andy López

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